había una vez…

una juguetería con un fachada repleta de pompas de colores. Era una fachada muy querida pero las pompas ya estaban perdiendo sus esplendor. Un día, la comunidad kalena (a ella pertenecía la juguetería) decidió que había que hacer algo, ya era hora de cambiar. Es así, que pensando en su cuarto cumpleaños, decidieron llamar a una gran amiga muy talentosa para que creara una nueva fachada para su querido espacio.

Magdalena, que así se llamaba la mencionada amiga, mandó varias ideas que se fueron discutiendo y finalmente el cónclave kaleno decidió…

Quedaba pues, poner manos a la obra.

Poco a poco fueron tapando los antiguos lunares…

y cosas nuevas fueron apareciendo…

Bueno, sí, a las kalenas les gustan mucho los lunares…y sí, también ayudaron a pintar, pero solo las cosa más fáciles, lo demás fue todo obra de Magdalena.

El día en cuestión amaneció muy raro. Hubo una variedad de condiciones atmosféricas muy interesante. Tan pronto hacía frío y llovía,

como salía un sol radiante que calentaba en demasía.

Como podrán observar, no hay ni sol ni lluvia que amedrente a las kalenas, basta tener los accesorios necesarios…

Desde la vidriera el novel angelito les daba ánimos.

Poco a poco y con las indicaciones de Magdalena la fachada se fue transformando.

Hay que decir que hubo ayuda extra…

El kiwi kaleno tiene un gran protagonismo en la nueva fachada y eso le encanta.

La obra no podía estar completa sin embellecer también la vereda.

La ya clásica rayuela que suelen pintar las kalenas todos los años, fue sustituida por una un poco más visible para que ya nadie se pueda resistir a jugar en ella.

La fachada quedó hermosa, kalenas invitan a que pasen a visitarlas y de paso se deleiten admirándola. De todos modos les dejo aquí una aproximación que he de decir, no le hace justicia, pero como adelanto sirve.

Gracias miles Magdalena Sayagués que desbordaste un poquito de tu imaginación y talento en nuestro querido espacio.