El 17 amaneció frío pero la mañana lucía un sol hermoso. Los peces estaban ansiosos por salir, nosotras nos abrigamos bien, los pusimos en una bolsa y a la calle.
Decidimos adornar las veredas con peces hechos de bolsas y más bolsas, esas misma bolsas que de otro modo hubieran terminado en la basura.
Llenamos nuestros bolsillos de peces pequeños que repartimos a la gente que pasaba. Nos consta que a los niños le encanta jugar con ellos. :)
Guardamos el pez más grande para adornar nuestra vidriera. En realidad a este le tenemos un especial cariño, nos acompaña desde hace tiempo.
Ya el sábado mucho de los peces no estaban y el lunes no quedaba ninguno, esperamos que quienes se los llevaron consigo jueguen y se diviertan mucho…además de reflexionar sobre las posibilidades infinitas de crear que nos brindan los desechos.
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